La cogiste modorra, como yo digo, con que si la caridad sólo debe llegar donde no alcance la justicia.
Cinco horas con Mario de Miguel Delibes
Mientras leía este libro pensaba qué sentido tendría hacer una reseña en este blog de un libro tan conocido, con millones de palabras escritas al respecto de gente que entiende la literatura mucho mejor yo. Luego me recordé que este blog es mío y hago lo que quiero, y que en ningún momento me pongo a explicarle a nadie nada más allá de lo que yo siento al leer estos libros. Y aquí tuve muchos, MUCHÍSIMOS SENTIMIENTOS. Y es que Carmen es muchísima Carmen:
Entonces existía vida de familia, daba tiempo para todo y, cada uno en su clase, todos contentos. Ahora, tú me ves, aperreada todo el día de Dios, si no estoy entre pucheros, lavando bragas, ya se sabe; que una no puede dividirse y por mucha disposición que tenga, con una criada para siete de familia, a duras penas se puede ser señora. Pero de estas cosas los hombres no os dais cuenta, cariño, que el día que os casáis, compráis una esclava, hacéis vuestro negocio, como yo digo, que los hombres, ya se sabe, no tienen vuelta de hoja, siempre los negocios. ¿Que la mujer trabaja como una burra y no saca un minuto ni para respirar? ¡Allá se las componga! Es su obligación, qué bonito, y no es que te reproche nada, querido, pero me duele que en más de veinte años no hayas tenido una palabra de comprensión.
Cinco horas con Mario de Miguel Delibes
Para quien no lo conozca y no quiera hacer una búsqueda rápida de Google, en Cinco horas con Mario de Miguel Delibes nos encontramos con el cuerpo difunto de Mario, un señor intelectual de finales de los años 60 y marido de Carmen, una señora, y lo de que es una señora nos lo recuerda todo el rato. Todo el rato. Carmen, sentada junto a Mario una vez las visitas se han ido, habla con él, le reprocha, le suelta todo lo que no ha soltado en muchos años de matrimonio. Durante absolutamente todo el libro: un monólogo de unas 250 páginas. Y poco a poco vamos conociendo a Mario a través de los ojos de Carmen, un poco odiándolo, un poco teniéndole cariño. Mario era un señor sencillo, con ideales, un intelectual. Carmen representa a la España que se quiere quedar en el quieto todo el mundo, en el cada uno en su casa y Dios en todas partes. Mario quería romper con eso. Mario tenía cosas que decir. Mario cuestionaba. Pero eso no quita que fuera un marido regulero:
Pero contigo, cariño, sobran razones, igualito que hablarle a una pared,<<sí>>, <<no>>, <<está bien>>, ni notas, ni interés, ni escucharme siquiera, que esto es lo que peor llevo, que los hombres no sois más que unos soberbios, os creéis en posesión de la verdad y a nosotras ni caso. Y mal que os pese, de la vida entendemos las mujeres un rato largo, Mario, si sabré yo los libros que leen mis amigas, que tú siempre, <<pocos serán>>, con ese desprecio, que no es que yo vaya a decir que sean muchos, que ni tiempo tenemos para leer el periódico, pero si quitas a Esther, los que leen no son de guerras, desde luego, ni sociales o eso, sino de pasiones y de amor, no falla. Y además es lógico, querido, que el amor es un tema eterno, métetelo en la cabeza, mira Don Juan Tenorio, eso no se pasa, no son modas de un día, que me dirás sin amor qué sería del mundo, ni existiría, a ver, natural, se le habría llevado la trampa.
Cinco horas con Mario de Miguel Delibes
Que Carmen será todo lo facha que es, racista y clasista, pero es que parece que Mario se molestaba mucho en debatir e ilustrar a todo el mundo y luego en casa, a leer la Biblia antes de ir a dormir y a pasar olímpicamente de tener ni media conversación con mujer.
A la niña no la tiran los libros y yo la alabo el gusto, porque en definitiva, ¿para qué va a estudiar una mujer, Mario, si puede saberse? ¿Qué saca en limpio con ello, dime? Hacerse un marimacho, ni más ni menos, que una chica universitaria es una chica sin femineidad, no le des más vueltas, que para mí una chica que estudia es una chica sin sexy, no es lo suyo, vaya, convéncete. ¿Estudié yo, además? Pues mira, tú no me hiciste ascos, que a la hora de la verdad, con todo vuestro golpe de intelectuales, lo que buscáis es una mujer de su casa, eso, y no me digas que no, que menudos ojos de carnero degollado me ponías, hijo, que dabas lástima, y en el fondo, si me conoces en la Universidad hubieras hecho fu, como el gato, a ver, que a los hombres se os ve venir de lejos y si hay algo que lastime vuestro amor propio es tropezar con una chica que os dé ciento y raya en eso de los libros.
Cinco horas con Mario de Miguel Delibes
Que es que con estos argumentos no se puede discutir, que es que le tienes que dar la razón, por mucho que te moleste. Y sí, yo preferiría que fuese del equipo «hija estudia y que los hombres te hagan fu, como el gato, así vas filtrando morralla», pero es que no me digas que no es comprensible que piense así. ¿O es mi inner goddess que es un poco facha y me estoy enterando ahora? Otra cita de Carmen y los cuidados:
Porque, lo que yo digo, quien más quien menos, todo el mundo tiene un montón de lágrimas por derramar en la vida, es como una fábrica, lógico, y si no las echas a tiempo, las echas a destiempo, la cosa no tiene vuelta de hoja.
Cinco horas con Mario de Miguel Delibes

En Cinco horas con Mario me metí de lleno, maravillándome del nivel de clasismo de Carmen pero también en cierto modo apoyando a una mujer que, sí, no es ni de lejos mi persona favorita, pero está llena de reproches, de atenciones no vividas en pro de una decencia que sí, ella en parte defiende, pero por otro lado me da que se fue con Mario precisamente por lo contestatario, buscando que la ayudara a sacarse el viejo mundo de encima. Porque el matrimonio supongo que también irá de ayudarse el uno al otro. Si no pa qué. Pero a Mario le venía bien que no se lo sacara. Que se quedara ahí. Sus calzoncillos iban a estar limpios igual. ¿Me siento un poco mal hablando así de un muerto aunque sea ficción? ¿Me estoy volviendo loca? El confinamiento hace mella, he empatizado demasiado con la viuda, pero no sólo lo pienso yo, si no mirad lo que dicen Lola Herrera y Josefina Molina al respecto.
Si tenéis que leer algo estos días de clausura, leed Cinco horas con Mario, que está increíblemente escrito aunque a veces se haga algo inaguantable la chapa de Carmen, ¡pero por favor leedlo aunque solo sea para comentarlo después!