Todos sabemos que los parques infantiles son puertas astrales.
Llamada perdida de Gabriela Wiener, editorial Malpaso
No sé cómo llegué a este libro. Estaba vagando virtualmente y acabé descargándomelo (obviamente pagando). Normalmente, desde que tengo algo más de dinero, leo en papel. Sin embargo, acabé encontrando este libro y el nombre de la autora, Gabriela, igual que mi madre (pero ella es Gabriella porque es italiana), me llamó. Y me pasó lo que me pasa cada vez que descargo un libro: me invadieron las dudas. ¿Pero será el libro de verdad, el auténtico o me habrán enviado otro distinto? ¿Te imaginas que me compro el libro en papel y dice otras cosas? Y pienso en lo mal que quedaría, si Gabriela Wiener encontrara mi diario, bastante lleno de citas de su maravilloso libro durante los días en los que lo leí, y no se reconociera. Aunque, por lo poco que he entendido, creo que incluso le gustaría no encontrarse.
Llamada perdida es un libro de relatos autobiográficos y como tal, de dudas y certezas absolutas. Gabriela Wiener trata temas cotidianos, desde las relaciones de pareja hasta la maternidad o la propia relación con la muerte y la magia. Y lo hace con una honestidad feroz, aquella que solo tienen aquellas personas que se aceptan y respetan todas sus incongruencias. Fue raro leerlo, porque de pronto parecía que todos los capítulos hablaban de mí o que me habían venido a buscar. Mientras leía su acercamiento con la muerte, estaba procesando la muerte de un ser querido. Y mientras se agobiaba viendo 11:11 en todas partes, yo llevaba un par de semanas en la misma línea y no lo había compartido con nadie. Quizá por miedo, quizá porque tengo tendencia a considerar que mis angustias son irrelevantes para el resto. A Gabriela Wiener eso no le pasa. Para ella todo aquello que es sentido es relevante. He aprendido a admirarla a través de sus palabras.
Es un libro de extrema calidad y muy ligero porque se consume como una taza de té en un bar calentito con el mejor de tus amigos. Gracias a Gabriela Wiener he conocido a Corín Tellado, y luego me he enfadado cerciorándome de que efectivamente, esta mujer no tiene un monumento en ningún sitio (solamente una calle) y debería, porque es probablemente de lo mejor que ha existido en este país.
He disfrutado muchísimo la narración de su experiencia cerca de Isabel Allende, una mujer a la que tengo un cariño inmenso por La casa de los espíritus, que también, mira tú por donde, me recuerda siempre a mi madre: ella fue quien me lo recomendó cuando apenas era una niña y nunca lo leí hasta hace unos pocos años. Me encantó.
Como también me encantó esto que le respondió Isabel a Gabriela, al recordarle que Vargas Llosa, en el discurso del Premio Nobel, contó que su esposa le solía decir que únicamente servía para escribir:
– Un hombre puede darse el lujo de servir solo para escribir. A mí me encanta escribir, pero tengo que hacer muchas otras cosas.
Llamada perdida de Gabriela Wiener, editorial Malpaso
Llamada perdida me ha hecho pensar en todas esas llamadas al vacío que hacemos las mujeres. Los gritos amordazados que acaban concentrados en ese agujero negro infinito del cual el Universo, a veces, los deja salir un rato para revolucionarlo todo.