Punki de Juarma

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Los rayos del sol son como pedradas en mis párpados y mis piernas tiemblan como una jenga a la que han quitado las piezas de la base. Los gorriones, los mirlos, las cornejas y las tórtolas pían que soy un desgraciao y en todos los coches que cruzan por la carretera suenan canciones tristes.

Punki de Juarma, editorial Blackie Books

A estas alturas ya sabemos que para leer a Juarma hay que ponerse mono de obra y linterna frontal, sintiéndose un poco como Dexter descuartizando cuerpos y ordenando órganos vitales. Conscientes de que bajaremos más abajo que el culo de Tokischa en pleno perreo, es fundamental aceptar el viaje y dejarse llevar, aferrándose a los salvavidas que de vez en cuando aparecen como setas del Mario Bros. Lectura taquicárdica. Prohibido respirar.

No sabía qué esperar de Punki y al principio, las primeras 100 páginas, siempre terminaba cerrando el libro un poco con ganas de abrazar la almohada y llorar. Las adolescencias me dan ganas de arañarlo todo. Alex es maravilloso. A Alex se le entiende todo. Alex es, para mí, lo más de verdad que vas a leer en 2023. ¿Cómo no vas a querer ver el mundo arder a su lado?

Ella se ríe y me dice que no se había tapado los oídos del todo y había oído las palabrotas que le solté, pero que promete que no se lo va a decir a mamá. Sonrío, imaginando la cuchilla de una guillotina sobre mi cuello.

Punki de Juarma, editorial Blackie Books

Pero el mérito es de Juarma, que te lleva de la manita por donde quiere y luego te deja ahí sola, cara a cara con el fantasma, y ya te apañarás para salir de ahí. Le he pedido al fantasma que se vaya, que ya he terminado el libro, pero ahí sigue. Pidiéndome explicaciones. Cogiéndome de los hombros y zarandeándome mientras me grita que de qué coño va el puto libro y por qué, si no tiene nada que ver con mi vida, me ha hecho pensar tanto.

Pues señor fantasma lo pongo negro sobre blanco a ver si así le queda claro: Punki va de lo único que importa. Que en la vida, por mucho que quieras evitarlo, hay que aprender a mancharse. Que el miedo paraliza pero sobre todo retuerce, y que a veces por no hacer caso a nuestro estómago acabamos escupiendo el hígado en cualquier callejón oscuro.

Punki sí es una historia de amor: a las personas que no te sueltan por mucho que les muerdas la mano, al presente que nos ofrece todos los días la oportunidad de empezar de cero, a las amistades de sangre y costra y al instinto de supervivencia. Una vez me obsesioné mucho con una cita de Julio Cortázar que dice que “Probablemente de todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose», porque pensé que tenía mucho sentido. Después de Punki siento que la esperanza solo puede ser un sentimiento colectivo, una energía que arde más fuerte con cada bala que esquivamos juntxs hasta convertirse en un fuego ajeno que nunca nos abandona.

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