No hay espejo en el que mirarse. No hay, puede que nunca haya habido, nada demasiado ejemplar, así que ese trabajo que quieres a lo mejor va de destruir el agregado de preferencias de consumo y de puños encima de la mesa poniendo el mayor capital posible para dar a entender que aquí mandan ellos, con el fin de ser nosotros quienes construyamos el espejo. Es posible que nos devuelva una imagen en la que tendremos que limpiar nuestra propia mierda, en la que más que empoderar a mujeres tendremos que desempoderar a hombres y a lo mejor el filo del espejo tiene que cortar alguna que otra cabeza para instalar allí el techo de cristal y que nadie lo rompa, para que nadie sea más que nadie. Poder hacer, y no solo dejar de sufrir.
Al menos tienes trabajo, Naiara Puertas Editorial AntiPersona
Y todo esto sí sería, en cierto modo, democratizante.
Parecía que lo hacía aposta, que todo estaba pensado cuando me compraba este libro recién parido de mi pana Naiara Puertas el verano del 2019 y lo dejaba en una mesita eternamente. Sintiéndome un poco culpable, sí, porque quería leerlo pero también quería leerlo bien, intentando respirarlo todo. Con esto quiero decir que a veces leerse un libro es sentarse y leerlo, y otras veces es preparar tu cabeza para lo que vas a recibir. Y yo quería tenerla lo mejor posible, liberada de estrés y ansiedad.
Después de una semana confinada de dormir, hiperventilar y volver a dormir, decidí apagar la tele, limitar mi uso del móvil y dejar de contar muertos. Fue la mejor decisión que podía tomar. Y cuando me sentí mejor, cogí en brazos este libro. Un poco orgullosa, porque había estado al corriente durante el proceso y hasta le había echado las cartas, LOL.
El principal problema de la igualdad de oportunidades o de la idea del ascensor social es sencillo de formular: no cuestiona la distribución de poder ni su ejercicio. Igual que empezábamos el capítulo con la afirmación de Olin Wright -cuatrocientas veces lo que gana un trabajador, ¿por qué? Ocho horas, ¿por qué? Treinta y siete años de vida laboral, ¿por qué?-, la igualdad de oportunidades también deja de lado una pregunta en principio sencilla, que no se puede formular hasta sus últimas consecuencias porque si no se rompe el escenario: igualdad de oportunidades, ¿para hacer qué? Lo único que ha podido defender con cierto ahínco el progresismo es que los mejores -de nuevo, los mejores, ¿para los intereses de quiénes?- de entre los menos pudientes tengan más facilidades para parecerse y alcanzar en su vida laboral los mismos puestos de quienes han sido los empleadores de sus padres.
Al menos tienes trabajo, Naiara Puertas.
Naiara Puertas pone el foco en la pregunta del millón, sí, esa misma que haces medio en broma con la boca pequeña con tus colegas pero que sí, que nos la hacemos todos, te lo juro:
¿para qué trabajamos?
¿Somos necesarios para quién y con qué fin? ¿No es todo un poco una mentira? ¿Nos pintaron -y nos siguen pintando- pajaritos en el aire? Perdemos las energías -y muchas veces la vida- negociando garantías, condiciones para ser un poquito menos explotados que ayer, teniendo en cuenta primas de riesgo, huelgas y catástrofes en países en los que nunca hemos estado pero que afectan a nuestro trabajo porque nuestra empresa tiene un cachito en cada continente -bendita globalización ¿para quién?-, y no nos damos cuenta de que es un responder constante, que la pelota sigue estando en el mismo campo desde hace demasiados años.
Repetirse a uno mismo que una vida forjada en torno a un objetivo de ventas es una mierda no hace que el objetivo de ventas desaparezca, y estamos encadenados a ese escenario, no a otro. Hemos llegado al punto en que el cuestionamiento de los modos de ganarse -y también de perder- la vida es considerado un ataque personal, mientras por el callejón trasero el capital pasa exitosamente para seguir reeditando su acumulación sin riesgo. La empresa más contaminante puede pasar a ser la más verde dentro de un par de años fruto de, dice, su <<compromiso>> -ha visto que el dinero va a estar en otra parte-.
Al menos tienes trabajo, Naiara Puertas
Ellos pueden retorcer y variar los movimientos, tú siempre vas a estar ahí. Por eso, por mucho que digas que ahora te preocupa el uso de productos de limpieza que no contaminen y te plantees limpiar toda tu casa con vinagre, ya se encargarán de crear los productos que te hagan entregarles lingotes de oro feliz, sin sentirte nunca amenazado. ¿Pero cómo no vas a estar de mierda hasta arriba si hasta te planteas dejar de hablarle en tu lengua materna a tu propio hijo para hacerlo en inglés y que sea «más empleable», es decir, más susceptible de ser usado?
Cuesta mucho encontrar verdad en alguna parte. Isaac Rosa habla de explotados que solo pueden sacudirse la humillación buscando a otros a los que explotar. Tiempos de trabajo estirados como chicle vía redes sociales pero sin sensación de abuso, sino de estar en una especie de aventura apasionante. Vidas encajadas a la fuerza en élites precarias que son pura fachada, y que se vienen abajo con el soplo del lobo feroz (el despido). El trabajo que ya no es lo más importante, es lo único. Capitalismo emocional que convierte en normal decir en un anuncio de una app de compraventa <<pon esa habitación que no utilizas a trabajar>> mientras tú, sobre el papel, no trabajas. Arrastrarse silenciosos hasta ámbitos en los que hace no tanto parecía obsceno entrar porque formaban parte de cierta intimidad.
Al menos tienes trabajo, Naiara Puertas
Me doy cuenta de que siempre que hablo del trabajo con alguien tengo que saltar muchísimas paredes. «Sí pero imagina que…» es una constante para exponer mis argumentos. Y me doy cuenta de que nos cuesta imaginar. Que estamos emparedados en el argumentario del trabajo. Que nos cuesta ponernos en otras situaciones, aunque solo sea ficción. Y todo esto está explotando con el coronavirus: ¿volverá todo a ser como antes?
Al menos tienes trabajo de Naiara Puertas ayuda a tirar abajo estas paredes. A veces, hasta te entran ganas de darte de cabezazos con ellas hasta abrirte la cabeza en mil pedazos. Para empezar de nuevo. Con todas las garantías. Poder hacer, y no solo dejar de sufrir, como dice Naiara. Lo podéis comprar aquí.